La mente es la clave para la Salud

En los últimos años la ciencia ha establecido de manera contundente que el cuerpo se ve afectado por los pensamientos y creencias del individuo. Ya no sólo el estrés como un factor determinante en la salud, sino también el pensamiento positivo y las creencias como capaces de activar una respuesta de auto-sanación, algo que ocurre de manera frecuente con la toma de un placebo. En este sentido la ciencia llega a algo que era evidente para la experiencia común o para la sabiduría popular.

La mente puede curar el cuerpo

Actualmente existen diversas líneas de investigación que sugieren que nuestra percepción mental del mundo influye en nuestro sistema inmune de una forma que nos permite responder mejor a amenazas futuras.

Muchos médicos y científicos están investigando en el campo de la sanación mente-cuerpo, entre ellos el Dr. Joe Dispenza, Gregg Braden, Dr. Bruce Lipton,…, y muchos otros. También muchas publicaciones de divulgación científica se han ocupado de este tema.

En una prestigiosa revista científica, New Scientist, se ha publicado sobre la auto-sanación. Donde llegaron a la conclusión de que la mente es la clave para la salud y que con toda probabilidad es el “ingrediente activo” mas importante de toda la medicina.

Es bien sabido que el miedo, la angustia, la ira o la desesperanza deprimen el sistema inmune, al contrario que sentimientos positivos como la alegría, el amor y la confianza.

Por lo tanto, si percibimos el mundo externo como una amenaza corremos el riesgo de enfermar.

La respuesta de sanación regulada por el pensamiento positivo parece operar en el sentido contrario que el estrés, el cual está asociado con la tensión mental (la primera opera a través de la relajación). Sabemos que el estrés tiene la función evolutiva de protegernos del peligro, al colocarnos en el famoso modo “huir o luchar”, el cual es cronificado por amenazas invisibles sostenidas por la creencia de la mente.

Los investigadores actualmente han descubierto que las creencias positivas no sólo funcionan mitigando el estrés. También tienen un efecto positivo sentirnos sanos y a salvo, o creer que las cosas se resolverán positivamente, parece ayudar al cuerpo a preservarse y repararse.

El optimismo parece reducir los niveles inflamatorios producidos por hormonas como el cortisol. También parece reducir la susceptibilidad a la enfermedad al reducir la actividad del sistema nervioso simpático y estimular el parasimpático. Este último gobierna lo que se conoce como la respuesta de “descansar y digerir”, lo opuesto a la respuesta “huir o luchar”, del estrés.

De todo esto podemos deducir algo bastante sencillo, que la mente es la directora del cuerpo y al relajarse y dejar de enviar un exceso de energía a ciertos puntos del cuerpo éstos pueden descansar y repararse de manera natural.

Otro factor a tener en cuenta es la dirección del pensamiento –donde pongo mi foco de atención- allí donde me focalizo, allí va la energía. La energía transporta la información que llega a los diferentes órganos y zonas del organismo, traduciéndose en una acción corporal.

Esto significaría que la sanación no sólo se produce por la retirada de la tensión mental que inundaba o bloqueaba el funcionamiento de un sistema u órgano específico, sino también por el efecto positivo de un tipo de pensamiento.

En otras palabras, ¿es la ausencia de tensión la que produce los beneficios de salud o existe también una acción positiva capaz de activar una respuesta que no necesariamente existe como consecuencia de la ausencia de estrés?

El pensamiento dirige un flujo de energía de sanación, además del efecto del pensamiento como detonador de la secreción de un cóctel de neurotransmisores, ya sean excitatorios o inhibidores.

La nueva ciencia apunta a que el pensamiento tiene una función moduladora del sistema inmune, lo cual significa que nuestro sistema de defensa, el cual se extiende por todo el cuerpo, no es un órgano que funciona de manera automática, sino que es sensible a nuestra percepción del mundo.

Nuestra percepción, como también nuestras bacterias, entrenan a este ejército de células y las ponen en forma para desplegar de manera efectiva sus recursos. Una percepción errónea sobre un potencial enemigo o el sentirnos amenazados, puede hacer que incendiemos nuestra propia aldea como estrategia de supervivencia para detener que siga avanzando el enemigo, cuando quizás ese enemigo hubiera sido fácilmente detenido en la primera línea de combate.

Quizás estemos en los comienzos de un cambio de paradigma, aunque será difícil superar la presión de las grandes farmacéuticas que determinan los métodos de tratamiento que son validos y que dependen (y la economía con ellas) del constante aumento de enfermos crónicos.

Sin embargo, cada vez hay mas evidencias que demuestran que en el caso de muchas afecciones existen métodos de tratamiento menos costosos y problemáticos, sin efectos secundarios y riesgos de adicción, basados en este principio de sanación cuerpo-mente.

Cualquiera puede constatar por si mismo, según su propia experiencia, que nuestro estado de ánimo y los estímulos del medio ambiente tienen efectos en nuestro estado físico y emocional, y son tanto o más importantes para nuestra salud que nuestra propia genética.

El trabajo del profesor de medicina de UCLA Steven Cole va en este sentido. Cole ha notado que el nivel de satisfacción y significado que tenemos en nuestra vida está asociado con el funcionamiento de nuestro sistema inmune: “La vieja forma de pensar era que nuestros cuerpos eran entidades biológicas estables, fundamentalmente separadas del mundo externo… La nueva forma de pensar es que hay mucha más permeabilidad y fluidez… nuestro cuerpo es literalmente producto del ambiente”; con ambiente Cole se refiere a las experiencias que tenemos y la percepción de las mismas. Cole cree que las experiencias positivas son capaces de “remodelar nuestra composición celular”.

La evidencia del placebo y de la sanación mente-cuerpo plantea ya serias preguntas al modelo materialista de la ciencia, así que te invito a que experimentes en tu vida cómo tu mente, tus pensamientos, afectan a tu estado físico, y no “pierdas de vista” que la mente tiene la capacidad de hacer sanar o enfermar tu cuerpo.

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