Ahora te explico, antes te voy a contar algo…

Hace unos años empecé a notar un malestar generalizado, no sabia muy bien que me pasaba y tampoco le di mucha importancia. Al fin y al cabo tenia apenas 33 años y no había motivos para la alarma.

Pensé que era normal y estuve así durante varios meses.

Más de 12 horas trabajando al día, fines de semana incluidos y empezaba a sentir ansiedad, molestias en el estomago, dolores constantes de cabeza, los resfriados no se iban y el estrés era compañero de faena… solo me relajaba dopándome.

Y mi energía estaba por los suelos, no tenia ganas de nada.

Pero claro, no podía estar todo el día a base de pastillas.

Un día fue un punto de inflexión y empezó a resultar preocupante de verdad.

Estaba en plena discusión con un subcontratista y mi estomago exploto, note como se rompía algo por dentro.

No era capaz de mantenerme derecho. Me tuve que sentar, no por que no pudiera mantenerme en píe, sino por la preocupación.

Se me nublo la vista, del estrés, de la ansiedad, del dolor. De todo un poco. Era incapaz de ver más allá de borrones a mi alrededor.

No podía distinguir si las personas eran mujeres o hombres, no sabia si lo que pasaba a mi lado era una excavadora o un elefante con mochila, todo eran figuras borrosas.

Y fue de repente, mientras estaba en plena conversación acalorada.

No poco a poco.

La idea de que antes de llegar a casa tuviera otra crisis, me aterraba. No seria capaz de llegar. Si se volvía a nublar la vista conduciendo tendría que parar y pedir a alguien que llamara a una ambulancia para llevarme al hospital.

Me marché para casa tan rápido como pude. Cuando llegué traté de relajarme en el sillón, pero para qué negarlo, estaba nervioso y preocupado.

Al día siguiente fui al médico, la verdad es que me trató muy bien, y me comentó que, de momento, no tenía nada irremediable, pero que debía empezar a cuidarme.

No me receto nada pues me dijo que no había encontrado nada anormal, que era estrés.

Me dijo que tenia que prevenir, cuidarme y tomarme la vida de otra forma, o la cosa podría empeorar.

¿Y sabes que?

La noche anterior al suceso no había dormido (como tantas otras)… había estado trabajando hasta tarde, y luego no pude conciliar el sueño. Seguía trabajando en la cama, organizando mentalmente el día siguiente.

A raíz de aquello empecé a informarme de todo lo relacionado con técnicas para relajarme, visité terapeutas, leí un montón, consulte en internet…

¿Y sabes lo que descubrí?

Me encontré qué, sin pretender en ningún caso sustituir a un médico, había un montón de cosas que podíamos hacer por nuestro bienestar de manera natural, con terapias alternativas no invasivas, que nos dan recursos para que seamos capaces de sanarnos sin empastillarnos, técnicas que ayudan en la prevención.

¿Sabes como me di cuenta de la importancia de la prevención?

Igual que somos capaces de mejorar nuestra capacidad aeróbica corriendo o andando un poco más cada día, estando mas esbeltos y ágiles, también hay prácticas naturales que nos ayudan a mantener nuestro organismo a punto, maneras de gestionar las emociones, de manejar al “mono loco” que tenemos por mente.

En definitiva, disponer de los recursos para ser capaces de afrontar cualquier problema.

Desde entonces, han desaparecido las molestias, nunca más he vuelto a tener ese nivel de estrés y me recupero muy rápido de cualquier malestar.

Sabiendo que mi sistema inmune esta a tope y el sistema nervioso tranquilito, puedo dedicarme a las actividades físicas que me gustan al tener un alto nivel de energía… y todo lo que aprendí y puse en práctica, las terapias que me han ayudado en estos años se convirtieron en mi profesión.

Pudiera parecer que fue algo espontaneo, una decisión de un día para otro. Que deje el trabajo y me dedique a esto de la salud y el bienestar.

Y nada mas lejos de la realidad, si tuve la fuerza y la claridad para hacer el cambio fue por el proceso que emprendí. La ayuda de terapeutas y la práctica de actividades como el yoga, la meditación,…, fue lo que me preparo para afrontar el cambio.

No solo no he vuelto a visitar al médico, no recuerdo la última vez en que haya tenido que dejar de hacer algo que me guste por estar enfermo, o no encontrarme bien.

Ah, una cosa …

Puede que estés pensando que eso de tener una vida tranquila, sin problemas de salud es ciencia ficción, cuando en realidad es algo alcanzable si se adoptan sencillos hábitos saludables, se prioriza el autocuidado y se busca el equilibrio en todas las áreas de la vida.

Y como muestra, un botón.

Hace algunos años, Elena se encontraba en un lugar oscuro y lleno de incertidumbre. Había perdido la pasión y el propósito en su vida, y las molestias físicas se iban acumulando.

Después de años de trabajar en un empleo que no la satisfacía, se sentía atrapada en una rutina agotadora. Sabía que había más para ella en este mundo, pero no sabía cómo llegar allí.

Y se puso a buscar a profesionales que la pudieran ayudar. Intrigada por la posibilidad de un cambio real, decidió embarcarse en un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal.

Fue entonces cuando me encontró y me permitió acompañarla en este emocionante camino.

A través de las sesiones, Elena comenzó a desentrañar sus miedos y limitaciones autoimpuestas. La ayude a identificar sus fortalezas y a establecer metas claras y alcanzables.

Con cada sesión, Elena ganaba confianza y claridad sobre su propósito en la vida. Su capacidad de autorregulación aumentaba, promoviendo su salud en general.

La transformación de Elena fue asombrosa. No solo recuperó su pasión por la vida, sino que también se embarcó en un nuevo camino profesional que la llenaba de satisfacción. A medida que crecía en confianza, su vida se transformó en una aventura emocionante y llena de propósito.

Y toda esa información y experiencia que he ido recopilando estos años y que tanto a servido a mis clientes, incluida Elena, te la voy a dar